Colegio de Guardias Jóvenes ‘Duque de Ahumada’ (1853)

Compañía de Guardias Jóvenes

Lejos quedan ya aquellos años de 1853 y el más reciente de 1972, principio y final de etapa del extinto Colegio ‘El Corralillo’. En este mismo año, tras la desaparición del anterior, abre sus puertas el moderno Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada”, cuyos muros han albergado a más de cien promociones y han sido testigos de las numerosas personalidades que han desfilado por este centro, según podemos ver en estas páginas.

La imagen de la España de mitad del siglo XIX era la de una nación sumida en una notable crisis económica, fundamentada principalmente en las secuelas de la Guerra de la Independencia, la progresiva emancipación que iban adquiriendo las colonias españolas y los efectos de las desamortizaciones, lo que sería caldo de cultivo para la aparición de una verdadera plaga de bandoleros y delincuentes dedicados al pillaje por caminos y veredas. Reinaba en España doña Isabel II, hija de Fernando VII.

En el año 1844, el duque de Ahumada había fundado el Cuerpo de la Guardia Civil, que desde sus primeros momentos obtuvo numerosos éxitos en su peculiar servicio, pero también muchas bajas entre sus hombres, lo que llevaba consigo el que aumentase progresivamente el número de huérfanos.

La Compañía de Guardias Jóvenes. Ilustración: Mario Coronas

A partir de aquellas primeras muertes, Ahumada fue madurando la idea de la creación de un colegio que diera no sólo cobijo sino educación, formación y cauces de realización personal a los huérfanos de la Institución. La preocupación de que los hijos de los guardias civiles pudieran adquirir cierto nivel cultural indujo al duque de Ahumada a modificar algunas normas sobre destinos. Así, la circular de 5-12-1850 recogía que “…el voluntario que a la creación del Cuerpo entró a servir con un hijo de tres o cuatro años, tiene hoy los nueve o diez cumplidos y si su padre no es destinado a un pueblo donde haya escuela, no podrá esta criatura adquirir los primeros conocimientos necesarios para prosperar en el mundo, y sus padres, con la ilustración que da el servicio en el Cuerpo, no podrán menos de ver con sentimiento esta privación…”

El paternalismo del duque de Ahumada y el arte del bien mandar alcanzaron extremos tan entrañables como el encauzamiento del porvenir de los hijos de los guardias civiles, genéricamente llamados “Hijos del Cuerpo”, expresión afectiva que luego copiarían otras instituciones estatales. La asistencia social apenas existía en España y viendo la oportunidad de la buena disposición y del cariño de la reina y su gobierno para con la Guardia Civil, tuvo la feliz idea de que, “para nutrirse de su propia sangre”, por R.O. de 1 de abril de 1853 (nueve años después de la fundación de la Guardia Civil), fuese creada la Compañía de Guardias Jóvenes, y en uno de sus párrafos decía: “…que el objeto de la misma era la educación de los huérfanos y de los hijos de las clases de tropa que sirven con honradez en la Guardia Civil…”.

En pocas palabras:

“Para premiar en los hijos las virtudes de los padres

El duque de Ahumada pensaba además que los mejores guardias civiles debían ser los hijos del Cuerpo, dado que desde la más tierna infancia tenían el constante ejemplo de sus progenitores, pues nadie como ellos sería capaz de comprender y sufrir las penalidades y las satisfacciones del servicio.

Fue fijado el número de alumnos a razón de una plaza por compañía y escuadrón (existían entonces en la Guardia Civil 103 compañías y 20 escuadrones), para seguidamente aumentarse a dos. Las plazas se cubrirían con hijos de guardias, cabos y sargentos “…a quienes pueda corresponder y aspiren a esta gracia, con tal que a su buena conducta se añada que no adolezcan de imperfección o defecto físico…”, haciéndose extensivos los derechos para los huérfanos de subalternos, siendo la edad mínima para la admisión la de doce años, (ocho para huérfanos e hijos de personal que hubiese resultado inútil por causa del servicio).

Excmo. Señor Don Francisco Javier Girón y Ezpeleta Las Casas y Enrile, fundador y primer Inspector General de la Guardia Civil, y en el año 1853, del Colegio de Guardias Jóvenes

Primeros inicios de la Compañía

La primera ubicación de la Compañía fueron tres habitaciones facilitadas por el Cuerpo en el Cuartel del Postigo de San Martín, bajo el mando del subteniente Graduado, sargento primero don Tomás María Pérez y Rodríguez, elegido subdirector por sus especiales condiciones. En aquellas fechas, el lugar era sede del Primer Tercio, edificio que aún existe parcialmente en la llamada Plaza de las Descalzas de Madrid, y que está ocupado actualmente por la sucursal de una entidad bancaria.

La primera Revista de Comisario fue pasada el mes de junio de 1853, con los siguientes efectivos: El subteniente graduado, que era el subdirector, un cabo y un guardia de primera clase como instructores auxiliares, y siete guardias jóvenes.

El número de alumnos aumentaba rápidamente. A finales de julio había ya doce, y debido a las estrecheces del lugar donde se estableció la Compañía (nombre excesivamente pomposo para sus modestos comienzos), se decidió con urgencia buscar un lugar que reuniese las condiciones más idóneas para conseguir los objetivos para los que había sido creada tan sólo cuatro meses antes.

Grabado de un Guardia Joven en Pinto

La Compañía se traslada a Pinto

El 31 de julio de 1853 la Compañía, compuesta por el subteniente subdirector, un cabo, un guardia de primera clase y, como queda dicho, ya con 12 alumnos, se trasladó a una antigua casa señorial en la villa de Pinto, “a cuatro leguas y media de posta de la Corte” y unida a ella por el ferrocarril. Esta casa solariega, hoy Centro Municipal de Cultura,era conocida como “La Casa del Grande” y había pertenecido a la familia Pantoja. De hecho, la puerta principal del edificio, con jambas y dintel almohadillado, todavía conserva el escudo de armas de aquella familia.

Posteriormente, el inmueble fue propiedad de don Manuel de Rimbad Ruíz de Corella, quien lo arrendó a la Compañía de Guardias Jóvenes por diez mil reales de vellón al año, pasándose ya en este punto la revista del mes de agosto. Allí permanecerían 2 años, 9 meses y 26 días, porque sus instalaciones pronto habrían de quedar nuevamente escasas, dado que el número de alumnos iba creciendo gradualmente. Al final del año 1854, o sea, un año y medio después de su puesta en marcha, ya ascendía a 57 el número de alumnos, y pese a los buenos deseos de los habitantes de la localidad y de su Ayuntamiento, no fue posible encontrar otro local que resultase adecuado para reubicar la Compañía, por lo que las gestiones se encaminaron hacia la vecina localidad de Valdemoro, “…distante de la Corte poco más de seis leguas de posta…” donde se adquirió, en el centro de la Villa, un amplio local que desde 171210 había funcionado como Real Fábrica de Paños Finos, llamada “Los Longistas”, que desde sus inicios había tenido varios propietarios y que precisamente, en aquella época, se encontraba cerrada por quiebra, y por tanto en venta.

Elegido el local, el inspector general del Instituto, teniente general don Facundo Infante Chaves pide al Gobierno, en 22 de noviembre de 1855, “… que se le autorice para aplicar los diez mil reales anuales¨...”, que en aquella fecha se pagaban por el alquiler de la casa que en Pinto ocupaba la Compañía de Guardias Jóvenes, a la adquisición de una casa en el inmediato pueblo de Valdemoro, cuyo local es mucho más espacioso y adecuado. Para que no se le negase la autorización, el general Infante ideó la forma en que se llevaría a cabo la compra del citado edifi cio: “...para sufragar su importe, que ascendía a ciento diez mil reales de vellón, libres para el comprador; los diez mil reales anuales del alquiler de Pinto se convertirían en plazos también anuales con los que se enjugaría el coste de la fábrica…”.

“La Casa del Grande”, primera sede de la Compañía. Pinto
Guardia Joven de Infantería 1853-1861

El proyecto fue autorizado en su totalidad y se otorgó escritura pública de compraventa el 30 de noviembre de 1855 ante el notario de la Muy Noble Villa y Corte de Madrid, don Joaquín de Romaña, la cual quedó registrada con número 262/1855, de su protocolo. En dicha escritura se consigna que, don Isidoro Ortega Salomón y don Mariano Fernández y Cubero, en nombre de los acreedores de la extinguida Compañía, “…venden y dan en parte real y enajenación perpetua por juro de heredad desde ahora, por siempre, jamás, al Excmo. señor teniente general, don Facundo Infantes, en concepto de inspector general de la Guardia Civil del Reino, para dicho Cuerpo y quien le suceda o para quien en él hubiere título voz o causa, en cualquier manera, la expresada casa–fábrica de tejidos que fue y en la villa de Valdemoro, correspondió a la extinguida Compañía de “Los Longistas”. Está enclavada en una de las manzanas que componen la población, hacia la parte Oeste y ocupa una superficie de unos 54.000 pies cuadrados, de los que están edificados unos 26.000 aproximada-mente, la mayor parte en estado ruinoso y, la restante sumamente deteriorado, en especial el maderamen y los tejados…”

Finalmente y en relación con la escritura anterior, hacer constar que, conforme a un escrito de la Dirección General de la Guardia Civil de 20 de julio de 1877, el importe de la compra (que como se ha dicho fue de ciento diez mil reales de vellón, libres para el comprador) fue entregado del Fondo de la Compañía de Guardias Jóvenes, en los plazos estipulados, pagándose a la Hacienda los derechos de traslación de dominio según Carta de Pago librada con el número 16 en la Recaudación de Hipotecas de Getafe en 2 de diciembre del año 1855.

Aceptada y realizada la compra, dieron comienzo inmediatamente las obras de acondicionamiento del edificio bajo la dirección facultativa del arquitecto provincial, don Bruno Fernández de los Ronderos.

La Compañía se ubica en Valdemoro.

A partir del día 26 de marzo de 1856 el pueblo de Valdemoro queda vinculado para siempre a la Guardia Civil. Contando ya con 120 alumnos, la Compañía es instalada en el edificio que la albergaría durante 116 años, aunque seguro que ninguno de los que inicialmente lo ocuparon pensó en una vida tan longeva. Con el tiempo, sus propios alumnos bautizarían al vetusto caserón con un nombre entrañable: “El Corralillo”, debido quizá a sus estrecheces que, con el paso del tiempo, cada día eran más notorias.

TERCERA UBICACIÓN DE LA COMPAÑÍA-COLEGIO, “EL CORRALILLO”, 1856/1972

Al ser ocupado el edifi cio constaba de dos plantas. Sus edificaciones formaban principalmente dos patios, el principal o de Armas, en el que estaban ubicados tres locales para las Compañías y las aulas, teniendo a la misma altura un pequeño patio anexo y secundario en el que se encontraban los distintos talleres; y en el segundo patio, a más baja altura que el principal, se hallaban las caballerizas (con otro pequeño patio también anexo), lavandería, duchas y otros servicios, como el picadero, construyéndose en él, en el año 1924, otro edificio de dos plantas, dedicadas: a comedor la planta alta y en la baja la sala de esgrima y clases dedicadas a los suboficiales que aquí seguían el curso de aptitud para oficial, encontrándose también en este patio el salón de actos, cocina y otras dependencias; construyéndose también otro edificio que servía de dormitorio a los suboficiales, edificio que al ser suprimida esta Academia sobre el año 1932, pasó a ser utilizado por el Colegio. El comedor se instaló en la planta baja, en la superior el salón de actos, el que fuera dedicado a dormitorio de suboficiales se habilitó como enfermería en sus plantas baja y principal, y en la superior se instaló una residencia para cabos y guardias solteros. En el edifi cio principal estaban ubicados la Sala de Banderas, los despachos y oficinas, dependencias de oficiales y suboficiales, el cuarto de la Guardia de Prevención de alumnos, la capilla, biblioteca y la estación radio-telegráfica del Cuerpo.

Para que el Centro fuese operativo al máximo, y en la medida en que las dotaciones presupuestarias lo iban permitiendo, fue creciendo para resultar lo más funcional posible y así fue que, en 1892 se adquirió una finca ubicada en la misma plaza que fue utilizada para instalar la tahona, garajes y el edificio de la enfermería. En 1911, en dos compras sucesivas del mismo año, se adquirieron los terrenos del campo de deportes e instrucción, y en 1957 se compró otra finca en la parte baja del recinto que fue destinada a picadero de la sección de caballería.

1878 Interior del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro. Aulas, dormitorios y comedor. Reportaje realizado por Jean Laurent.W

Normas iniciales de admisión

En sus inicios la admisión quedó fi jada en razón inversa a la categoría militar de los padres, era como sigue:

  1. Huérfanos del Cuerpo cuyos padres falleciesen en acto de servicio o a causa del “hierro o fuego” del enemigo. La edad mínima requerida para ingresar era de ocho años.
  2. Hijos del Cuerpo cuyos padres adquirieron inutilidad física por causa del servicio. Edad mínima para ingresar 8 años.
  3. Hijos del personal en activo, entre 12 y 16 años.

Los requisitos mínimos de ingreso eran:

  • No tener defectos naturales.
  • Estar debidamente vacunados.
  • Conocer la doctrina cristiana.
  • Saber leer y escribir “…aunque no fuese con perfección…”.

A su incorporación al Colegio eran examinados y clasificados por el capellán. Los dos primeros años se dedicaban a lectura, escritura, gramática, aritmética y religión. Al cumplir los 16 eran filiados de nuevo “como guardias jóvenes de mayor edad”, los válidos para ingresar en la Guardia Civil realizaban estudios militares y culturales; los que no podían o no deseaban ingresar en el Cuerpo aprendían oficios varios para la vida civil. Las materias complementarias y comunes eran: esgrima, gimnasia y equitación. Sólo los mayores de 14 años usaban la carabina reglamentaria para el servicio, y a los 18 años, definitivamente, había que dejar el Centro.

Primer Reglamento orgánico

Por Real Orden de 30 de junio de 1856 se dignó S.M. aprobar el primer Reglamento orgánico-interior formado por la Inspección General para el régimen de la Escuela de Guardias Jóvenes. Por Real Orden del 6 de julio de 1864 fue aprobada una reforma del mismo, tan profunda que se puede considerar, a todas luces, que se trataba indudablemente del segundo Reglamento de la Compañía, (páginas 70 a 72 del libro “Reseña Histórica y Orgánica...”), aunque fue el propio duque de Ahumada quien puso en marcha la misma, en sucesivas disposiciones ordenadas cronológicamente, adaptándola a los inconvenientes que iban surgiendo en su implantación.

El tercer Reglamento de la Compañía (R.O. de 6 de febrero de 1890, C.L. núm. 39) fue el que suprimió, de facto, la fi gura del subdirector disponiendo que el director de la Compañía fuese un teniente coronel de la Guardia Civil, sin restarle, obviamente, ninguna de sus altas responsabilidades al director general del Cuerpo, que pasaba a tener una labor menos directa y más general sobre el discurrir de la vida diaria y régimen interior de la Compañía. Un austero régimen de internado y una diligente disciplina y orden en todos los actos diarios, eran la mejor garantía de una formación profesional basada en tres palabras, que han sido siempre el lema del Colegio: Honor, lealtad y sacrificio.

La Compañía cambia de nombre

Entrada al Corralillo 1930 aprx 490Transcurre el tiempo y con él, de forma progresiva y constante, sigue aumentando el número de alumnos, y así en Real Orden de 2 de octubre de 1879 se dispone “…que el establecimiento de Guardias Jóvenes pase a denominarse Comandancia de Segunda Clase de Guardias Jóvenes…”, incrementándose la plantilla de jefes, oficiales, suboficiales, clases y guardias, organizándose los guardias jóvenes en dos Compañías y una Sección de Caballería, siendo ya el número de alumnos 297. Esta denominación, que en verdad gozó de poca fortuna, estuvo en vigor hasta 1882, en que una R.O., de fecha 20 de noviembre, dispuso cambiar de nuevo su nombre, adoptando el de Colegio de Guardias Jóvenes, nombre con el que tradicionalmente se había venido reconociendo al establecimiento casi desde sus inicios. En 1956 el director general del Cuerpo, teniente general don Pablo Martín Alonso, acordó que “…para perpetuar y honrar la memoria de su ilustre fundador, el Colegio de Guardias Jóvenes pasase a denominarse en lo sucesivo Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada”, nombre que sigue ostentando en la actualidad.

La Guerra Civil

1916 LAS FIESTAS DEL PILAR EN VALDEMOROEl Colegio cerró sus puertas el 2 de noviembre de 1936, convirtiéndose en hospital de sangre por decisión del Gobierno de la II República. Los alumnos que por alguna razón no marcharon con sus familiares fueron reunidos con los de Infanta María Teresa y Marqués de Vallejo ( Juncarejo) en Madrid, y así la noche del 4 de noviembre, una caravana de autobuses los trasladó al Balneario de La Fuensanta, en el Campo de Calatrava, en Ciudad Real. Los Colegios quedaron instalados allí hasta el año 1938 cuando fueron reubicados en la localidad alicantina de Aguas de Busot. Un pequeño grupo de aquellos alumnos fue ingresado, bajo pupilaje, en un centro educativo de la localidad de Espinardo (Murcia). Todos los internos varones que permanecieron en los Colegios, así como los que marcharon con sus familiares, conforme iban cumpliendo la edad reglamentaria, se iban incorporando al frente con su reemplazo respectivo y según la zona en la que cada uno residía, corriendo de esta manera suertes dispares.

En abril de 1939, una vez acabada la contienda, todos los alumnos se marcharon a sus casas, con los padres o familiares más allegados y con permiso indefi nido. Una modesta pensión les era pagada a través del comandante del Puesto de su respectiva localidad.

En septiembre de 1940, un año y medio aproximadamente después de haber fi nalizado la guerra, el Colegio de Guardias Jóvenes abrió de nuevo sus instalaciones y recomenzó su actividad escolar.

Colegio nuevo en la carretera de Andalucía

Fue a partir de 1962 cuando se constató la necesidad de ‘jubilar’ al viejo Colegio que, como decíamos antes, se iba quedando anticuado y obsoleto, iniciándose diversas gestiones encaminadas a la compra de terrenos en Valdemoro que sirviesen para este fi n. Así se adquirieron, por la Asociación Pro-Huérfanos de la Guardia Civil, 379.489,25 metros cuadrados en la parte norte de la localidad, lindantes con la carretera de Andalucía y cuyo importe fue de 5.144.815,32 pesetas (30.920,96 euros actuales), que se pagaron con cargo al “Fondo de Guardias Jóvenes”.

El día 24 de junio 1967 se colocó la primera piedra, iniciándose entonces las obras. Sus instalaciones se ocuparon en septiembre de 1972, coincidiendo con el inicio del Curso Escolar 1972/73, con 750 alumnos encuadrados en seis Compañías orgánicas y la Compañía de PM (Banda de Guerra, Escuadras de Gastadores y Gran Gala); una Sección de Caballería, otra de Montaña, otra de Motocicletas y otra de Transmisiones, pero la inauguración oficial de la nueva ubicación del Colegio data del día 27 de junio de 1973, coincidiendo con la Jura de Fidelidad a la Bandera y Entrega de Nombramientos a los Guardias Jóvenes de la LV Promoción, correspondiendo la presidencia de tan solemne acto al director general de la Guardia Civil, el teniente general don Carlos Iniesta Cano, siendo director del Colegio el coronel de la Guardia Civil don Ángel Pérez Macías, que también fue el último en desempeñar el mismo cargo en el viejo “Corralillo”.

Sus instalaciones fueron durante décadas un referente de modernidad y funcionalidad para seguir cumpliendo la tarea que le fue encomendada en 1853 por el propio duque de Ahumada: “Formar buenos guardias civiles, cabales y honrados, que sirvan plenamente a España”. Los fundamentos que originaron su fundación siguen hoy plenamente vigentes pese al tiempo transcurrido desde sus inicios. Sus programas de formación cívica y militar, humana y profesional se han venido adaptando a lo largo de la historia a los tiempos que tocaba vivir.

‘El Corralillo’ se convierte en un parque público

La clausura oficial de las instalaciones del Colegio de Guardias Jóvenes, ‘El Corralillo’, data del 23 de junio de 1972, coincidiendo con la Jura de Fidelidad a la Bandera y Entrega de Nombramientos a los Guardias Jóvenes componentes de la LIV Promoción, aunque su cierre no fue inmediato. Durante un tiempo fueron utilizadas como garaje para los turismos y motocicletas del Destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Valdemoro y sus caballerizas siguieron albergando a los solípedos de la Sección de Caballería en tanto finalizaban las obras de sus homónimas del Colegio nuevo. Mientras, se iba gestando uno de los grandes proyectos llevados a cabo por el gobierno municipal de la localidad: La creación del Parque Duque de Ahumada y dotación del espacio urbano recuperado para tal fin, lo que fue posible merced al esfuerzo realizado en varios frentes.

Por un lado, se comenzaron las gestiones por parte de la Alcaldía ante la Dirección General de la Guardia Civil y el Ministerio del Interior, con el fi n de recuperar los terrenos que había utilizado el Colegio a lo largo de ciento dieciséis años, consiguiéndolos sin coste alguno para el municipio. Paralelamente se gestionó ante la Comunidad de Madrid la ayuda correspondiente para la construcción de un parque, dentro del proyecto “Parque para todos” promovido por la Consejería de Agricultura y Ganadería, que financió la obra.

Derruido ‘El Corralillo’, después de una larga agonía hasta su desaparición física, que no sentimental, y urbanizada la zona, se procedió a levantar el parque sobre un solar de 10.000 metros cuadrados, estructurado en tres alturas distintas para no perder su antiguo nivel de construcción. Su ejecución se desarrolló en dos fases, comenzando los primeros trabajos en 1986 y concluyendo en mayo de 1987. El proyecto partía de una estructura cerrada, diseñado para el paseo y empleando la técnica en su construcción de la recuperación de parte de los antiguos muros mudéjares de piedra y ladrillo que modulaban ‘El Corralillo’.

La financiación corrió a cargo de la Comunidad de Madrid, a través de la Consejería de Agricultura y Ganadería que aportó en su día los 120 millones de pesetas que importó el proyecto. Por su parte, el Ayuntamiento sufragó los gastos de la urbanización del espacio.

Está equipado con fuentes ornamentales, paseos, pérgolas y arquerías, con rosaledas, restaurante y cafetería. También está ubicado en el mismo el Centro de Mayores de Valdemoro.

Fue inaugurado el 7 de mayo de 1987, contando con la presencia de altos cargos del ministerio del Interior, director general de la Guardia Civil, presidente del Ejecutivo Regional, alcalde de Valdemoro, director del Colegio de Guardias Jóvenes y pueblo en general.

El día 23 de abril de 1999, con motivo de los actos conmemorativos de las Bodas de Oro de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil, se homenajeó al pueblo de Valdemoro a la vez que se donó el grupo escultórico ‘Colegiales’, que quedaría instalado en el Jardín del Duque, pequeño y entrañable jardincillo existente enfrente de la puerta principal.

El día 12 de octubre del año 2000, merced a la buena disposición y empeño del Ayuntamiento de Valdemoro, se inauguró la sede de la Delegación en Valdemoro de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil, ubicada en el interior del parque, aproximadamente en el lugar donde estuvo instalado en sus últimos tiempos, el Servicio de Armamento y la Compañía de P.M. del viejo ‘Corralillo’.

El 12 de abril de 2003, con motivo del bicentenario del nacimiento del II duque de Ahumada, el Ayuntamiento de Valdemoro erigió un monumento en su memoria, obra del escultor Sergio Blanco, que preside el espacio de mayor capacidad del parque, aproximadamente en el centro de lo que fue el Patio de Armas del antiguo Colegio.

Texto íntegro del libro
POLILLA: Orgullo, espíritu y sentimiento
MANUEL GARCÍA FORNELL

Para cualquier información
Ponte en contacto con nosotros